"La Historia será amable conmigo, porque tengo intención de escribirla" - Winston Churchill -








lunes, 14 de marzo de 2011

Porque no es tan difícil evitar la muerte de muchos animales en nuestras carreteras

Siempre me ha molestado la falta de seguridad en el borde de las carreteras para evitar que los animales entren en ellas. Así, cada vez es más frecuente encontrar animales destrozados en las cunetas, las líneas divisorias entre ambos carriles o cualquier otra parte de la calzada. Esto parece menos frecuente cuando hablamos de autopistas y autovías, ya que muchas de ellas cuentan con sistemas de vallado que impiden el paso a estos animales. ¿Por qué entonces no se invierte más dinero en las carreteras convencionales para evitar estas muertes innecesarias?

El principal argumento que podemos encontrar oponiéndose a esta medida es la limitación de movilidad que supondría para los animales la colocación de estas vallas. Incluso se puede llegar a oír que la implantación de estas podía acarrear un efecto barrera que tendría peores consecuencias que los propios atropellos eventuales. He estado leyendo diferentes posturas acerca de esta cuestión, pero mi principal referencia se encuentra en un proyecto realizado por la Asociación Española de la Carretera (AEC), y financiado por el Ministerios de Industria, Turismo y Comercio, titulado “Vallados permanentes” en la web www.wikivia.org, y al cual podréis acceder directamente a través del siguiente enlace:


Descubrir la intención de esta página es algo complejo, al menos para mí. Para empezar, nos expone lo poco acertado que puede resultar instalar vallas así como así. Además, en ella podemos leer que en zonas de baja intensidad de tráfico, es necesario esperar a que se produzca una alta mortalidad de individuos antes de que se tome la decisión de instalar vallas, todo ello argumentado a partir de la idea del efecto barrera. ¿Tenemos que esperar a que la supervivencia de las poblaciones esté en peligro para empezar a actuar? Y cuando escribo que no entiendo qué intención tienen con esta exposición, me refiero a que, justo después de promulgar estas ideas, ofrecen posibles soluciones a este problema.

Estas soluciones son muy parecidas a las que yo quería plasmar en mi argumentación inicial. Por experiencia propia, puedo afirmar que las carreteras convencionales almerienses, comúnmente sin vallado, cuentan con viaductos destinados en la mayor parte de ocasiones al regadío, o senderos y puentes que permiten cruzar a los animales ofreciéndoles un desvío alternativo a la carretera. Sin embargo, no cuentan con ninguna protección para que no accedan a  esta. También hay que tener en cuenta que estas carreteras cuentan con menor visibilidad que cualquier autovía; pues, a menudo, recorren zonas rurales donde comprenden un trazado antiguo con abundancia de curvas. Además, al situarse en áreas próximas al campo, la afluencia de animales es importante. Sin embargo, el número de vehículos que circulan por la zona parece no ser suficiente para que podamos contar con estas medidas.

Una vez más, aludiendo a mi experiencia personal, puedo comentar que en los escasos treinta kilómetros que separan la capital del pueblo donde solía vivir es difícil no cruzarse con algún animal atropellado, y es muy frecuente encontrar a más de uno en un solo recorrido. Durante mi corta experiencia al volante (y cuando digo corta me refiero a meses) he estado a punto de atropellar a un zorro y a un par de perros, en diferentes ocasiones, además de haberme cruzado con otros tantos que caminaban felizmente en la orilla de la carretera. Afortunadamente, he tenido la suerte de poder esquivarlos, pero esto no es lo que suele ocurrir.

Pero es que no sólo tenemos por qué referirnos a las muertes de los animales atropellados; pues, sin restarle importancia, debemos comentar que los atropellamientos tienen más consecuencias añadidas, ya sean desperfectos en los vehículos protagonistas en el acto o, incluso, los problemas referidos a la salud de sus ocupantes  derivados del accidente, teniendo en cuenta que podrían ocasionarle incluso la muerte. Un estudio realizado por la DGT expone que, en 2008, 12.387 accidentes de tráfico fueron provocados por animales sueltos en las carreteras, el 80% de los cuales tuvieron lugar en carreteras convencionales. 

No dejamos de urbanizar, asfaltar y edificar; y así conseguimos destruir el hábitat de muchos animales. El progreso en completamente necesario, sí, pero no a cualquier precio. Estudios publicados por Ecologistas en Acción afirman que cada año mueren más de diez millones de animales vertebrados en las carreteras, excluyendo entonces los insectos. Así que creo que deberíamos pararnos a reflexionar un momento para concluir que no es tan difícil reducir este número. Hay muchas cosas que podemos hacer para conseguirlo: vallas, señalización o pasos alternativos que supondrían una gran mejora en la vida de estas especies. Se me plantea entonces una cuestión: ¿a caso el mayor impedimento para llevar a cabo estas medidas será su coste económico?   




Fotos adquiridas desde documentales.pe y automocionblog, respectivamente.

2 comentarios:

  1. Llevo un tiempo queriendo dar el salto al mundo blogger, pero me ha hecho falta el empujoncito que te da la obligación universitaria. Así que, al fin, aquí estoy. Mi propósito en el blog será tratar temas que puedan preocupar a la sociedad, temas de actualidad o quejas que quedan en el aire y que podrían ser propuestas por muchas personas. Además, lo utilizaré como columna de opinión, cuaderno de bitácora, manantial de desahogos y cualquier propósito egoísta que pueda ir surgiendo. Sin más, bienvenidos a mi blog.

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  2. Y que no quede nada en el aire. Y que renazca el espíritu olvidado del periodista comprometido con su entorno. Y que este salto que has dado a este mundo de blogger permanezca en el tiempo sea ilustrativo de la sociedad que viene, de los futuros periodistas. ¡Suerte Laura!

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